El 2020 fue un año difícil para la humanidad con la pandemia causada por la covid-19 que afectó gravemente la economía de muchas personas, miles de empresas y comercios cerraron, otros perdieron su empleo, y lo que es peor, también a queridos amigos, familiares, conocidos.
Es tiempo de hacer una pausa y analizar la forma en cómo vivimos, generar experiencias que nutran el despertar de la conciencia, viajar, expandir horizontes, liberarnos. ¿Y qué mejor que el turismo espiritual para lograrlo? Desplazarnos a aquellos rincones del mundo que ofrecen bienestar.
El turismo espiritual podría definirse como una búsqueda de experiencias vitales que une la espiritualidad, la responsabilidad social y ambiental y la valoración de las personas y culturas tradicionales. Son viajes que se basan en una interacción profunda entre visitantes y comunidades locales y ambientes.
El turismo es una actividad que ofrece la oportunidad de dar satisfacción personal y de liberar a las personas del ritmo acelerado de la vida cotidiana. El turismo espiritual, en el contexto de las nuevas tendencias, ofrece a aquellos que anhelan viajar, experiencias centradas en el autoconocimiento, la cultura, la naturaleza y el sentido de la vida.
Las personas buscan inspiraciones, transformaciones, conocerse más a sí mismas, visitando lugares que de alguna manera tienen que ver con sus orígenes o con los orígenes de sus creencias. Ampliando sus conocimientos también se puede tener acceso a nuevas formas de experimentar el mundo, y puede ser revelador en la vida de las personas.
El turismo espiritual, de acuerdo a testimonios de algunos viajeros, es la búsqueda del equilibrio, la restauración de la paz emocional. Caminando, en contacto con la naturaleza y el silencio del paisaje.
Nuevas religiosidades o espiritualidades
Actualmente hay una tendencia a buscar, aparte de las religiones tradicionales, nuevas religiosidades o nuevas espiritualidades que se producen a través de la manifestación de creencias, rituales y prácticas alternativas, asociadas al misticismo y al esoterismo, como el turismo zen, definido como una corriente del turismo espiritual del “bienestar metafísico”; o el turismo holístico, que incluye actividades relacionadas con terapias naturales y alternativas. En este contexto, las personas quieren tener contacto y experimentar prácticas, conocimientos y estilos de vida que configuran un aspecto cultural diferente y nuevo.
Las actividades típicas de este tipo de turismo incluyen caminatas espirituales y místicas, peregrinaciones, meditación y prácticas energizantes, entre otras. El turismo espiritual es un viaje motivado por la necesidad humana de relajarse y el autoconocimiento, en un entorno que permite a quien viaja a ponerse en contacto con su espiritualidad, acompañado por profesionales que hoy se dedican a este tipo de turismo.
No todo el turismo espiritual es religioso, este último está enfocado en los sitios sagrados de las tres principales religiones monoteístas.
El turismo de conciencia y el holístico buscan un acercamiento de dios sin la vía de la religión, “El gran creador”, “La fuerza Universal” o “la Conciencia Cósmica”, y bajo esta corriente espiritual los lugares sagrados son más numerosos y no solamente se encuentran confinados a la tierra que pisaron los patriarcas fundadores.
Además de las antiguas ciudades, monumentos hechos por el hombre, o sitios de peregrinaje, son considerados lugares sagrados los elementos que conforman la naturaleza, son templos naturales que brindan el espacio ideal para la meditación, sitios donde se puede lograr una meditación profunda y alcanzar estados de conciencia más avanzados.