Viajar significa atreverse a tener experiencias absolutamente distintas a las acostumbradas, quien vive cerca de la costa puede optar por un viaje a la selva o a las montañas, en busca de escenarios desafiantes y retadores.
Para que este escenario sea lo más amable posible hay que considerar el cambio significativo de la altitud del lugar de origen al sitio de nuestro destino.
Para que este escenario sea lo más amable posible hay que considerar el cambio significativo de la altitud del lugar de origen al sitio de nuestro destino.
Existe un fenómeno que se llama “la enfermedad de altura” o “mal de montaña” y se genera por los cambios bruscos en la presión atmosférica lo que lleva cambios en el número de moléculas de aire. A nivel del mar la presión atmosférica es mayor por lo que hay más aire y, en consecuencia, mayor cantidad de oxígeno.
El Pico de Orizaba se estableció el 4 de enero de 1937, es, a la vez, uno de los más portentosos volcanes.
Sin embargo, cuando la altitud es mayor, la presión atmosférica disminuye, eso significa que hay menos moléculas de oxígeno y el viajero puede experimentar desde dolor de cabeza, náuseas, vómitos, mareos, fatiga, deshidratación, insomnio y dificultad para respirar hasta situaciones como edema pulmonar o cerebral.
Los síntomas se pueden experimentar a partir de los 2,400 metros de altura, por lo que la recomendación es visitar al médico antes de viajar, así como realizar ascensos graduales, considerar incrementar el consumo de líquidos para mantenerse hidratado, evitar consumir alcohol y tabaco, así como comidas muy pesadas.
En México, la montaña más alta es el Pico de Orizaba, que se encuentra a 5,610 metros sobre el nivel del mar, se ubica entre Puebla y Veracruz. La Ciudad de México se encuentra a 2,240 metros sobre el nivel del mar.
