Michoacán es de los estados con mayor riqueza artesanal, de modo que, si planea viajar a tierras purépechas, conviene que reserves espacio en el auto o en tu maleta, pues encontrarás vajillas de barro, textiles bordados, guitarras fabricadas con cedro mexicano, artículos de cobre, fibra vegetal y madera tallada.
Esa riqueza artesanal se atribuye a Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, quien animó a los habitantes de cada pueblo a que se especializaran en una técnica artesanal y les proporcionó maestros. Hoy, sin embargo, nos limitaremos a hablar de las piñas vidriadas o esmaltadas, fabricadas con: barro policromado.
Se dice que originalmente las crearon artistas purépechas en Patamban, pero una familia de San José de Gracia, en la llamada “meseta purépecha” heredó ese conocimiento.
LOS DETALLES DE LA CÁSCARA DE LA PIÑA Y SUS HOJAS SON REALIZADOS A MANO, UNO A UNO Y SE VAN PEGANDO DE IGUAL FORMA A LA PARED DE LA PIÑA.
Se afirma que la señora Elisa Madrigal Martínez empezó a producirlas en los años 60 del siglo pasado. Su hijo Hilario Alejos Madrigal es actualmente uno de los artesanos más reconocidos de México por la calidad de sus piñas y biznagas de alfarería vidriada o esmaltada.
En principio las impresionantes piñas estuvieron destinadas a la decoración. Hoy se usan como soperas, poncheras o azucareras. Su tamaño puede ir de los 40 a cerca de 150 cm y combinar la forma original de la piña con otros motivos vegetales o abstractos.
En su elaboración se emplean barro y tepetate mezclados para obtener una arcilla fácil de modelar. Cada piña lleva un proceso manual muy laborioso. Una piña vidriada lucirá mucho en tu hogar o puede ser un exquisito obsequio.
