Oaxaca no solo es sinónimo de cultura y color: también es cuna del mezcal más auténtico de México. La Ruta del Mezcal es un recorrido turístico y sensorial por comunidades donde esta bebida ancestral no solo se produce, sino se honra como parte fundamental de la identidad oaxaqueña.
El viaje comienza en Santiago Matatlán, conocido como la capital mundial del mezcal. Allí, decenas de palenques —pequeñas fábricas familiares— abren sus puertas a los visitantes para mostrar todo el proceso: desde la cocción del maguey en hornos cónicos de piedra hasta la fermentación natural en tinas de madera y la destilación en alambiques de cobre o barro.
Otros puntos imperdibles en la ruta incluyen San Dionisio Ocotepec, Santa Catarina Minas, San Baltazar Guelavila y Tlacolula de Matamoros, pueblos donde las técnicas se transmiten de generación en generación. Cada región aporta su propio carácter, determinado por la variedad de agave utilizada (espadín, tobalá, madrecuixe, etc.), el tipo de tierra y el estilo del maestro mezcalero.
El proceso artesanal
A diferencia de los métodos industriales, el mezcal artesanal se produce con paciencia y respeto por los ciclos naturales. La piña del agave se cocina lentamente con leña, se muele con tahona de piedra y se deja fermentar de manera espontánea. Este proceso no solo preserva el sabor puro del agave, sino que lo eleva a una experiencia compleja de humo, tierra, dulzura y mineralidad.
Más que una bebida, una herencia cultural
Cada botella de mezcal oaxaqueño cuenta una historia: de familia, de resistencia, de identidad. Participar en una cata guiada, recorrer un agaveal al atardecer o simplemente sentarse a conversar con un maestro mezcalero permite al visitante conectar con un México profundo y vivo.
Consejo para viajeros
La Ruta del Mezcal se puede explorar en un par de días desde Oaxaca capital, ya sea con operadores turísticos especializados o de forma independiente. Se recomienda visitar con respeto, apoyar los pequeños productores y, por supuesto, beber con moderación.
