“Aquí estoy”, dice Mérida, la de Yucatán, la del mestizaje, la colonial, la moderna
Decenas de palomas rodean a quien se para en el centro del parque conocido como “Plaza Grande”, en Mérida. Desde ahí puede mirar el cualquier dirección y encontrar belleza e historia; arriba, un cielo azul con nubes blancas y, abajo, más allá del concreto visible, la ciudad maya de T’hó. Bienvenido a la “Ciudad Blanca”, fundada el 6 de enero de 1542.
Hacia el Norte del zócalo verá un edificio majestuoso color verde, de dos plantas y arquería al frente. Es el Palacio de Gobierno, donde despacha el gobernador; a la izquierda, en la misma acera, los infaltables portales, presentes en las ciudades fundadas por españoles.
Al Poniente, un lugar que se llama como el hogar de los dioses griegos: El Olimpo, un espacio para las artes; a su izquierda, el Palacio Municipal, que aloja la oficina del presidente municipal, edificio que alguna vez fue una cárcel.
Por el Sur, una casona que representa una etapa de la historia de Yucatán y México: la Colonia. Es la Casa de Montejo, que hoy abre sus puertas abiertas al público, que puede apreciar cinco salas y un jardín, así como piezas históricas, pues también es museo.
En el Oriente sobria, austera, acorde con los votos de la orden franciscana, evangelizadora de Yucatán, la primera Catedral de América continental, sede de la Arquidiócesis de Yucatán y consagrada a San Ildefonso, en cuyo interior se encuentra el impresionante Cristo de la Unidad.
¡Uay!
La vista se satura y hay que sentarse. Las bancas llamadas confidentes son una opción, pero más que descansar hay que cerrar los ojos y escuchar con atención el español yucateco, en el que predominan, no sólo la entonación de la lengua maya, sino también palabras derivadas de ésta que forman parte del habla cotidiana y que nadie de fuera entiende: “¡Chiquito, deja de estar de chechón o te doy un uascop!”, dice una madre a su hijo.
Ahí, sentado en esa banca, se puede sentir una brisa que es como la gloria. Son sólo las 10 de la mañana, pero en la piel se sienten la intensidad del sol, el calor y la humedad. Es momento de ponerse de pie y caminar hacia un oasis refrescante.
La primera recomendación gastronómica es un sorbete (helado) de la Sorbetería Colón, en los portales. Los hay de coco, lima, elote, guanábana, mamey, etc. También se pueden comprar dulces típicos que son una delicia.
Ya fresco y con energía, puede perderse en las calles del centro, en sus mercados, parques, restaurantes, galerías de arte, teatros, cafeterías y encontrar a mucha gente dispuesta a platicar y contarle anécdotas que lo dejarán con cara de “¡uay!”, típica expresión de asombro de los boxitos.
Los Campos Elíseos de Mérida
La belleza arquitectónica encuentra su máxima expresión en el Paseo de Montejo, producto del auge económico que tuvo Yucatán con el comercio de henequén, cuando los hacendados decidieron que la ciudad merecía tener una avenida digna de esa bonanza.
Inspirada en los Campos Elíseos, es impresionante, con casonas de estilo afrancesado, entre las que destacan las “casas gemelas” y el Palacio Cantón, que hoy es Museo Regional de Antropología de Yucatán y que permite disfrutar exposiciones temporales y la permanente.
A lo largo del recorrido de casi 2 km hay sitios increíbles, como la Casa T’hó, una Concept House donde puede encontrar diseño, arte, moda y café, cultura en sus versiones más modernas; hoteles boutique con servicio de spa, restaurantes de comida yucateca, italiana, coreana y fusión, entre otras.
El recorrido termina en el Monumento a la Patria, obra del artista colombiano Rómulo Rozo, quien talló en piedra la historia de México y, de forma particular, la de Yucatán.
Un paseo en el tiempo
Mérida no es sólo historia y tradición, también se levanta como una ciudad moderna, en particular en la zona norte, donde hay desarrollos habitacionales verticales que dan una nueva perspectiva y arquitectura vanguardista a la ciudad.
Es una ciudad nueva, con plazas comerciales que ofrecen productos de marcas de prestigio internacional y marcas locales que se han convertido en referente de Yucatán, con guayaberas, linos y diseños bordados, con discotecas, bares y restaurantes para los mejores gustos.
La Isla, The harbor, el City Center, el Centro Internacional de Exposiciones y Convenciones Siglo XXI, Plaza Galerías, son sólo algunos centros comerciales que transforman el rostro de la antigua T’hó.