Esta es la historia de mi amiga Ana y te la contaré como si fuera ella, seguro que cuando termines de leer esto, vas a querer renunciar a tu trabajo.
Durante mucho tiempo, mi vida estuvo dominada por el trabajo. Me esforzaba mucho, esperando crecer en la empresa. Sin embargo, pasó el tiempo y la situación cada vez se volvía más frustrante. Un día, un suceso en el trabajo que no me agrado fue la gota que derramó el vaso. Fue entonces cuando decidí dar un giro radical a mi vida. Renuncié y sin avisar a nadie, bueno solo a mis padres, tomé mi única mochila y, sin pensarlo dos veces, compré el boleto más económico que encontré a España y emprendí mi viaje como mochilera. Obviamente iba con miedo y poco dinero, pero tenía más miedo de seguir viviendo en esa tediosa rutina.
Mi primera parada fue Barcelona, donde pase mis días explorando las calles, sus platos deliciosos y sumergiéndome en la bulliciosa vida nocturna. La segunda semana, conocí a un grupo de personas de mi edad que me invitaron a una fiesta en la azotea con vista al mar. Recuerdo que lloré, pero lloré de alegría ya que entendí que era justo lo que mi alma anhelaba y pude dejar atrás mis preocupaciones y decidir conocer más lugares y más personas.
Tome un bus hacia Madrid, amo el futbol así que era de ley ir a un partido del Real Madrid ahí conocí a Laura una chica de Argentina que iba de mochilera igual que yo. Rápidamente nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común y decidimos viajar juntas.
Viajamos a varios lugares, pero donde en realidad empieza mi historia es en Málaga siendo nuestra última parada y, es donde decido quedarme a vivir. Yo tenía la nacionalidad española, pero Laura tuvo que regresar. Empecé a trabajar como mesera en un restaurante playero, era muy divertido y al poco tiempo me ascendieron a gerente. En ese restaurante, conocí a mi marido y después de 10 años y un bebe de 3 años, decidimos experimentar vivir un rato en México.
Mi viaje como mochilera me enseñó a apreciar la belleza de la vida, a vivirla con pasión y a valorar las conexiones humanas que van más allá de las promesas rotas.