Ir a pajarear es una actividad a la que cada día se suman más personas, entre sus ventajas se encuentra que implica cambiar el escenario cotidiano por uno más rural, casi salvaje, en contacto con la naturaleza, entre árboles, arbustos, tierra, piedras, algún riachuelo, una de esas experiencias que se recomiendan para librarse del estrés cotidiano.
Para empezar sólo se requiere decisión, unos binoculares, un cuaderno y un lápiz para dibujar o apuntar los hechos del día, sin embargo, a partir de este punto el observador se abrirá a nuevas experiencias a través de sus sentidos.
La vista y el oído se desarrollarán y pronto se buscarán artículos que se conviertan en una extensión de ellos, para empezar, con una cámara fotográfica, que también será insuficiente así es que buscará lentes con mayor alcance para un mejor avistamiento.
Una vez que se ha escuchado con atención el canto de las aves, la cosa también va para más, así es que se inicia grabando con el celular el canto, sin embargo, al momento de clasificar los archivos se dará cuenta de que hace falta aún más, así es que buscará una grabadora con mayor fidelidad…
En un determinado lapso de tiempo el que está pajareando emprenderá la búsqueda de los micrófonos especiales que le permitan archivar el sonido que emiten las aves con la mayor fidelidad posible.
¿Y hacia dónde más puede llevar este sendero lleno de aves?
Bueno, es que uno no nace experto en la identificación de los animales que surcan los aires, así es que se requiere material bibliográfico. Hay guías de campo regionales, libros ilustrados universales, material especializado por especies, todo el universo de internet, información sobre la biología, las historias, los comportamientos… y también hay grupos y asociaciones, con diversos grados de formalidad que han hecho de pajarear, un arte.
