Hace apenas unos meses, decidí aventurarme en un viaje que cambiaría mi perspectiva para siempre: mi primera visita a Colombia. Desde el momento en que pisé tierra colombiana, supe que estaba en un lugar especial.
Mi primera experiencia memorable fue en Bogotá. Recuerdo claramente el aroma del café que flotaba en el aire mientras paseaba por las coloridas calles de La Candelaria. Fue allí donde conocí a Juan, un apasionado vendedor ambulante de arepas. Su sonrisa cálida y su habilidad para hacerme reír con sus chistes locales hicieron que mi día fuera inolvidable. ¡Nunca olvidaré el sabor de esas deliciosas arepas!
Pero la verdadera aventura comenzó cuando decidí explorar las selvas de la región del Amazonas. Conocí a María, una guía local que conocía cada rincón de la selva como la palma de su mano. Durante nuestro recorrido, nos encontramos con una familia de monos traviesos que nos robaron algunas frutas. La risa contagiosa de María mientras intentábamos recuperar nuestras meriendas hizo que me sintiera parte de la naturaleza colombiana de una manera que nunca antes había experimentado.
Sin embargo, el momento más impactante de mi viaje ocurrió en Medellín, cuando presencié un juego de tejo. Nunca antes había visto un deporte tan peculiar y emocionante. ¡La forma en que los jugadores lanzaban los discos de metal con tanta precisión y entusiasmo me dejó boquiabierto! Incluso me animaron a unirme al juego, y aunque mis intentos fueron torpes al principio, pronto me encontré inmerso en la diversión, compartiendo risas y anécdotas con los lugareños.
A lo largo de mi viaje, experimenté un choque cultural que desafiaba mis preconceptos y enriquecía mi alma. Desde la música vibrante hasta la exquisita gastronomía, cada momento en Colombia me recordaba la belleza de la diversidad y de las personas increíbles por conocer. Me fui de Colombia con el corazón lleno de recuerdos inolvidables y el deseo de regresar algún día para seguir explorando este maravilloso país. Colombia me enseñó lecciones profundas sobre la vida, la humanidad y la naturaleza.
¡Gracias, Colombia, nunca te olvidaré !
