En Zacatecas existen pueblos fantasma que tienen un encanto muy peculiar. Las calles y casas abandonadas, así como múltiples recintos que en el pasado fueron de gran importancia para las comunidades que los habitaban, hoy son una muestra del paso del tiempo y dan cuenta de la riqueza de la que gozaron en el pasado.
Estos lugares son de gran atractivo para los visitantes que buscan conocer un poco más de la historia oculta de Zacatecas y de México.
Noria de San Pantaleón
Ubicado en el municipio de Sombrerete, este pueblo de más de 450 años de antigüedad, fue considerado uno de los más importantes centros mineros durante la época virreinal.
El Templo de la Noria de San Pantaleón, construido hace más de cuatro siglos, aún resguarda algunas de las joyas de arte virreinal más valiosas que posee un templo en Zacatecas: pinturas y figuras novohispanas, libros en latín con portadas de cuero que datan de principios del siglo XVII, objetos litúrgicos de hace más de dos siglos, un órgano del siglo XIX, y vestimentas elaboradas con hilos de oro, son parte del patrimonio de este recinto.
Los vestigios de su pasado minero se revelan en enormes pirámides, denominadas Los Jales, resultado de la extracción de minerales, que comenzó en 1553, y que una vez que se agotaron, formaron estas impresionantes formaciones.
En la actualidad este pueblo no tiene más de 60 habitantes.
Cómo llegar
Desde la cabecera municipal de Sombrerete, se toma la carretera hacia la ciudad de Durango y, en el kilómetro 11, se debe tomar el camino a San Martín, luego de 4 kilómetros y pasando este poblado, se encuentra una desviación que indica el camino a la Noria y Cerro el Papantón.
Aranzazú del Cobre
Ubicado en el municipio de Concepción del Oro, Aranzazú del Cobre o El Cobre, es un espectacular poblado repleto de historias de fantasmas y extraterrestres, además de ofrecer impresionantes paisajes del semidesierto zacatecano.
Igual que la Noria de San Pantaleón, este poblado fue un importante centro minero durante la época virreinal. Se conserva su antiguo templo dedicado a la Virgen de Aranzazú, que aún recibe visitantes, cada 8 de septiembre, que acuden a rendir culto a la virgen, la mayoría de ellos descendientes de las familias que alguna vez habitaron este lugar y turistas curiosos que disfrutan de conocer lugares enigmáticos como éste y del contacto con la naturaleza.
Actualmente, solo dos familias habitan este lugar, cuyos alrededores son un enorme atractivo para los amantes del turismo de naturaleza y aventura, gracias a su ubicación alejada del bullicio de las ciudades, es un sitio ideal para disfrutar del canto de las aves y el olor a pino.
El principal protagonista de las leyendas de El Cobre es su antiguo panteón, ubicado sobre una montaña invadida por pino piñonero, cuyas tumbas registran decesos de finales de 1800 y de los primeros años de 1900. Se cuenta que, al anochecer, en este lugar se escucha el trotar de caballos y cadenas que son arrastradas, además de que se reflejan luces que provienen de lugares desconocidos; los pocos pobladores que quedan cuentan que en la punta del cerro se para un OVNI y que la vegetación de la zona queda marcada cuando el objeto hace fricción con la superficie.
Las casas abandonadas de Aranzazú del Cobre, conocidas como tapias, evidencian que hace muchos años fue un pueblo lleno de vida y tradiciones que aún perduran gracias a los pocos habitantes y a los visitantes que acuden curiosos a este pueblo.
Cómo llegar
La comunidad Aranzazú se ubica a 7 kilómetros al sureste de la cabecera municipal de Concepción del Oro, por el antiguo camino a Salaverna y Mazapil, a 2 mil 540 metros de altura sobre el nivel del mar, en el Cerro del Hundido, a un costado del Cerro del Temeroso, vigilante de este pueblo abandonado.
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