Los mexicanos ven a la muerte de manera distinta al resto del mundo, es algo que viene desde tiempos ancestrales, de ahí que una de sus festividades más importante es la de los muertos, en las que se celebra y recuerda a los seres queridos con altares, expresó el antropólogo Agustín Bejarano.
Durante una charla virtual, organizada por la Secretaría de Turismo de Puebla, manifestó que a lo largo de todo México esa festividad tiene algunas diferencias, pero en esencia es lo mismo y es tan importante que la Fiesta de los Muertos fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad porque ningún país tiene esta riqueza de sincretismo religioso y cultural.
En el caso de las comunidades poblanas, recuerda que desde meses atrás la gente se prepara para las festividades de muertos y tiene ferias como la de Cholula, Atlixco y Cuetzalan, entre otras, como una oportunidad de trueque para la obtención de productos para el Día de Muertos.
El antropólogo dijo que investigadores extranjeros que llegan al país quedan sorprendidos de cómo los pueblos mexicanos ven y celebran la muerte como algo que va más allá de la vida material, de los instrumentos mortuorios, de saber que los difuntos se quedan en esencia.
“En las comunidades nunca veremos a una bruja o la imagen de un fantasma, como las de hallowen. La presencia de los muertos no es física sino espiritual”, indicó.
“Nuestros muertos no se van, se quedan entre nosotros en su esencia, en espíritu. El hecho que el difunto ya no esté físicamente no quiere decir que la familia se desuna, por el contrario, será punto de referencia en la reunión del Día de Muertos”, agregó.
El investigador manifestó que es responsabilidad de todos preservar esas costumbres y no permitir que se vean afectadas por otras que no tienen nada que ver.
“Debe ser una fiesta para los difuntos, no una feria, donde haya exceso de alcohol, mucho ruido, y productos chinos, en vez de ofrecer lo que tenemos de nuestros artesanos. Hay que cuidar esos detalles, que aparentemente no llaman la atención, pero cuando llega gente de otros lugares se sorprende de que se desvirtué el significado”, manifestó.
Entre otros, destacó que los investigadores Teresa Pomar y Efraín Cortez realizaron estudios importantes de las tradiciones y ofrendas del Día de Muertos en Puebla, en las que resaltan el sincretismo religioso.
“La ofrenda tradicional indígena son los dones de la tierra, por eso se hace en la época de cosecha, y al ser una fiesta porque el familiar viene a visitarnos, se coloca lo que le gustaba, los artículos que ocupaba”, indicó.
Más allá de las ofrendas, señaló que el momento mismo de la muerte es donde se le niega, despidiéndolo, pero sabiendo que nos vamos a encontrar más adelante y para eso es necesario levantar la sombra, que es algo similar a la esencia y se hace a través de un novenario.
“En el caso de muerte por accidente en carretera hay que levantar la sombra con colocar una cruz en el lugar más cercano, para que se dé cuenta que ya no pertenece a este mundo. Cuando no sucede eso, hay apariciones, pues no sabe que está muerta”, explicó.
En los altares mencionó que no deben faltar las velas, el incienso y las flores para atraer a los difuntos con la luz y el olor, al igual que la música, pero no de tamborazos, sino de instrumentos tradicionales para dar alegría. La comida, bebida y los cohetes son infaltables.
“Debemos sentir orgullo de estas tradiciones y se debe hablar con los hijos, promoverlo más entre la gente”, subrayó.